Publicación de Manuel Caraballo Callero: Generar diferencial de inflación para ser competitivos

No tiene desperdicio y estoy totalmente de acuerdo.
No os lo perdais

Hace unos días, Paul Krugman, brillante economista, premio nobel de economía de 2008 y profesor de la Universidad de Princeton, volvió a escribir sobre la necesidad de crear deflación en los países periféricos de la UE para conseguir ser más competitivos en el largo plazo, más concretamente, crear un diferencial inflacionario entre el centro y la periferia de la Eurozona.
No se trata de una idea nueva, ni siquiera de una idea nueva suya, ya que Krugman ha escrito en varias ocasiones sobre la cuestión. Uno de esos artículos fue publicado por El País en Noviembre de 2010: El prisionero español.
Por una parte se trata de ganar competitividad por nuestras empresas y reducir la alta tasa de desempleo, elevar las rentas, el consumo y los ingresos fiscales que coloquen a España en una mejor posición, incluida la reducción de la deuda y poder afrontarla con unos tipos de interés sensiblemente inferiores.
Creo que a estas alturas nadie duda que para poder reducir el desempleo debemos conseguir unas cotas de competitividad mayores. Y esta meta se puede lograr básicamente por dos vías:
1. Inversión en capital físico y humano. Inversiones en tecnologías, en maquinaria moderna, en telecomunicaciones, infraestructura de todo tipo,… ayudan en gran parte a que las empresas sean más competitivas tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. De la misma forma, la inversión en capital humano va orientada en esa dirección. Nadie debe dudar que este procedimiento se realiza a largo, o muy largo plazo. Pero hay varios problemas importantes que obstaculizan en buena medida seguir este camino, al menos en estos momentos: La importante reducción de la facilidad de financiación de nuestras empresas (de hecho, el crédito se estima que bajará al menos hasta el 2014, y partimos de la comparación con fecha de hoy, que ya es sensiblemente inferior a la que teníamos hace 4 años, según información extendida el 29 de septiembre por el Banco de Santander a su red comercial) y, por otro lado, los recortes en educación a todos los niveles, incluida la universitaria, va en el camino opuesto al planteado como solución a una mayor competitividad de nuestra economía.
2. Con estos problemas, nos queda un “truco” que busca un atajo al anterior largo camino y que a priori podríamos parecer la apuesta más segura: crear un diferencial de inflación entre España y Alemania (por extensión, entre los países de la periferia y los centrales de la Eurozona). Es lo que quiero explicar ahora.
En el artículo “el prisionero español”, Krugman ya apuntaba las similitudes entre los problemas de la economía de Estados Unidos y la de España. Ambos han sido objeto de la formación de una importante burbuja inmobiliaria, seguida de un incremento importante de la deuda del sector privado. Ambos entraron en recesión tras el estallido de la burbuja (aclaro con detalle lo que ocurre cuando esto ocurre en “círculo vicioso tras la explosión de la burbuja”), ambos han visto su déficit público incrementarse de forma importante, el desplome de los ingresos fiscales y el aumento del gasto público derivado de la recesión económica (en España se une un sensible incremento de las prestaciones por desempleo).
Pero, aunque ambos países tengan muchas cosas en común en esta crisis económica, hay una que nos diferencia radicalmente: España no puede devaluar su moneda. Es prisionera del euro.
Si España tuviera esa posibilidad, sólo tiene que dejar caer su moneda para empezar a ser más competitiva. Estamos de acuerdo en que es un atajo al problema y una solución a corto, o como mucho medio plazo, ya que la inflación consiguiente reduciría la ventaja ganada con el atajo. En cualquier caso, es el motor de la creación de empleo a corto el que puede generar la puesta en marcha de la regeneración económica. Eso ha ocurrido en otras ocasiones.
Pero como esta solución no es posible, salvo que España salga del euro (cosa no recomendable por múltiples motivos que no puedo desarrollar ahora), queda otra salida que es desarrollar toda una serie de medidas para conseguir que España tenga un diferencial de inflación suficiente para que, año tras año, logre ser más competitiva y reducir de la misma manera su alta tasa de desempleo. Esta es la solución plasmada por Krugman en “Catastrophic Stability” publicado el 25 de septiembre en su columna de The New York Times.
La cuestión es la siguiente: Los gobiernos, de forma coordinada, el BCE y la Comisión, deben establecer medidas que permitan una cierta dosis de inflación, digamos del 4 ó 5%, en la zona central, especialmente Alemania, y que los países de la periferia contengan los incrementos de precios al máximo posible, menos del 1% o rondando el 0% (de ahí el título de este artículo). Krugman estima que harían falta varios años en esta situación para que nuestros costes minoren en un 20% y conseguir la competitividad necesaria para que nuestras empresas incrementen sus ventas, aumente la inversión, se decremente la tasa de desempleo, la Administración Pública vea subir los ingresos fiscales, y volvamos a un círculo virtuoso (del que ya hablé en “círculo vicioso tras la explosión de la burbuja”).
La idea es buena, y diría que casi es lo único que podemos hacer desde el punto de vista de la política económica “no financiera”. Aunque nos encontramos con serios problemas de partida.
Por una parte, los problemas en España:
1. España tiene en estos momentos una inflación del 3,1%
2. Los incrementos salariales siguen estando vinculados a la tasa de inflación, a pesar de las advertencias en contra de esta perniciosa costumbre que hace que nuestra economía sea cada vez menos competitiva y, por tanto, generadora de desempleados. Recomiendo este artículo de Samuel Bentolila, Doctor en Economía por la Massachusetts Institute of Technology y profesor en el Centro de Estudios Monetarios y Financieros y Research Fellow del CEPR y del CESifo.
3. El afán recaudatorio de Hacienda por incapacidad de nuestros políticos de gestionar las administraciones públicas en un escenario recesivo. Tener en cuenta que a mayor presión fiscal, menor renta disponible, menor consumo, menor recaudación impositiva y mayor presión para seguir en un círculo vicioso.
Por otro lado, los problemas de Alemania:
1. Las reticencias a esta propuesta por parte de los países centrales y nórdicos, pero especialmente Alemania. Ésta no quiero oír hablar de dejar relajar el control de su inflación por el recuerdo permanente y traumático de la hiperinflación que padeció el país en los años veinte. Un shock grabado en la mente de los alemanes que hace implanteable esta cuestión. El último dato de la inflación alemana fue del 2,3%, cifra elevada desde su punto de vista y del 3% en la eurozona, lo que frena en gran medida las ansias de los políticos de una rebaja en el precio oficial del dinero y que, en parte, ya habían descontado los mercados financieros. Hecho que hubiera ayudado a reactivar la economía, aunque posiblemente en una pequeña proporción.
2. Los mercados estiman que la inflación para Alemania en los próximos 5 años podría estar estabilizada en torno al 1%. Lo que, según Krugman, sería catastrófico para la zona euro ya que impediría que los países periféricos tuvieran alguna oportunidad de incrementar su competitividad vía diferencial de inflación con la zona central. Y los mercados normalmente aciertan en este tipo de previsiones (se requiere que demasiados agentes se equivoquen al mismo tiempo; no es imposible, pero sí altamente improbable).
Y finalmente un problema global europeo: expresamente hablé de toma de decisiones políticas coordinadas entre los gobiernos europeos, el BCE y la Comisión. ¿Podemos pensar que las instituciones políticas que nos representan y que tienen la obligación de conducir esta situación de crisis podrán llegar un día a un acuerdo de estas características?
Como indica Nouriel Roubini: no tenemos un problema en la eurozona, ni siquiera un problema de deuda pública, ni del euro. En la Unión Europea tenemos un problema de toma de decisiones políticas.
Manuel Caraballo Callero
Economista
Twitter @izadiag

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